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"Vamos a un modelo de cuidados más humano"

  • Foto del escritor: José Manuel Valiente
    José Manuel Valiente
  • 15 nov 2022
  • 5 Min. de lectura

Julia Rico tiene 54 años, nació en Petrer y es trabajadora social. Lleva casi dos décadas al frente de Centro de Mayores La Molineta. Es entrevistada por José Manuel Valiente.

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Buenos días, Julia. Gracias por permitirte entrevistarte, porque este centro es una referencia para mí. Una de mis motivaciones es saber cómo funciona una residencia de mayores.


"Tenemos usuarios cuya familia no se había planteado una residencia, su familiar está aquí porque la soledad es mala"

¿Cuánto tiempo llevas en el cargo? Colaboré de voluntaria durante un tiempo, y desde el 3 de septiembre de 2003 estoy de directora.


¿Es un trabajo vocacional? Sin duda. Sin una sensibilidad hacia nuestro colectivo sería complicado. También es cierto que en un centro como el nuestro, contamos con 107 plazas de residencia más 34 de centro de día. Estamos hablando de un volumen de negocio de 3 millones de euros y somos alrededor de 100 trabajadores... Somos entidades sin ánimo de lucro. Sin embargo, con el crecimiento que estamos experimentando, me he tenido que formar en gestión de empresas y dirección del trabajo para abarcar todos los ámbitos.


¿Crees que un geriátrico es un lugar amable para vivir? Yo creo que sí, pero sí que es cierto que está habiendo una transformación del modelo de cuidados. Estamos intentando poner a la persona usuaria en el centro de la atención, haciendo espacios más amigables (que puedan traerse enseres de su casa). La calidad de los profesionales también ayuda en este sentido.


¿Cómo viven las personas mayores en La Molineta? Tenemos distintos perfiles de usuarios. En función de eso, de las 107 plazas, 51 son una unidad de Alzheimer y demencias. El resto son menos dependientes. Las personas con deterioro cognitivo importante y tienen poca capacidad de relación reciben cuidados básicos y existenciales. El ambiente de trabajo es bueno, también a nivel de usuarios, y eso tiende a la integración.


¿La arquitectura de la residencia marca la calidad de vida de sus inquilinos? Sí, nosotros tenemos un centro muy amigable. Todos los espacios son muy abiertos. No hay zonas oscuras. Tenemos muchísimos metros de jardín. Pocos usuarios por si mismos salen. Desde el año pasado empezamos el jardín y huertos terapéuticos. Han plantado verduras, y esa actividad les anima. Por ejemplo, también se hacen almuerzos en el bar. O hay un proyecto intergeneracional con el Centro de Día de Petrer para que no se queden aislados. Que no pierdan el vínculo con el entorno.


¿Cómo tiene ser envejecer? Nosotros decimos que una persona no limita su vida a la Residencia, deberíamos ponernos de acuerdo con ello en sus objetivos vitales para adaptarnos a ellos. Ver una Residencia como una continuidad de vida. Por ejemplo, una señora que había sido ama de casa, cuando entró descubrió que tenía habilidad para pintar. Entonces, es una de las actividades que sigue desarrollando aquí. Ella se sigue manteniendo activa a través de este tipo de actividades.


Los ancianos no son trastos viejos ni envejecer tiene que ser algo aterrador. ¿Deberían poder aspirar a una residencia todas las personas? Entiendo que sí siempre que quieran. Las personas mentalmente no capaces, es un/a juez quien lo dictamina. Las personas mentalmente capaces, que quieran, han de tener posibilidades. Sí que es cierto, que los costes de las residencias son elevados. Desde La Molineta, tenemos concertadas el 100% de nuestras plazas.


¿Es mejor envejecer en casa o en una residencia? Como cada uno quiera. Tenemos usuarios cuya familia no se había planteado una residencia, su familiar está aquí porque la soledad es muy mala. Puede haber personas que no les gusta estar en una residencia y prefieran estar en sus casas. Es algo muy personal.


¿En España aún se ata a los ancianos a la cama? Hay sitios donde sí. Aquí no. De 2017 estamos certificados como centros libres de sujeciones ni a la cama ni a la silla de ruedas. Aunque haya gente que deambule por la noche, andando erráticamente por el centro, los dejamos circular con libertad.


¿Se pueden tomar medidas para humanizar los geriátricos? Estamos implantando el modelo de cuidados para que sea más humano y se sientan como en casa.


Ana Urrutia, doctora en geriatría en el País Vasco, “lucho por transformar el sistema de atención y cuidados a las personas mayores, por pasar de un modelo mecanizado en el que prima la eficiencia a otro en el que prime la dignidad y la calidad de vida de los ancianos”. La conozco personalmente a Ana. Es una de las personas que inició todo el proceso de eliminar todo el tema de sujeciones y de los cuidados dignos. Estamos en procesos de certificación del modelo de cuidados y dignificación de las personas.


Ante las personas que depositan a sus familiares en el centro y nunca vienen a visitarlos, y pregunta por su gente querida y nada, ¿qué se hace? A ver... Es un índice muy bajo el de los usuarios que no reciben visitas. Diría que en un 98% de los casos, quiénes no reciben visitas es porque no tienen familiares, están lejos o la relación familiar estaba deteriorada antes de entrar en el centro. Las visitas tienen que ser un espacio habilitado por el Covid. Nos limita, no vienen con la frecuencia de antes, pero todo depende de cada casa. Tampoco somos quién para juzgar.


¿Es posible que las personas se sientan abandonadas sin perder su sonrisa? No, abandonados creo que no se sienten. Las personas que no tienen ese apoyo familiar, intentamos estar un poco más pendientes.


¿También forma parte del trabajo profundizar en la vida personal de las personas residentes? Claro. Si queremos conocerlos para poder identificar su historia y sus objetivos, hay una parte relevante que hay que profundizar.


¿Cura un abrazo? Sí, aquí se dan muchos. También depende de la forma de ser de cada uno. Hay a quiénes no le gustan que los toquen. Va en función de cada usuario. Porque no somos iguales.


¿Cuál es el coste? ¿Qué incluye y qué no incluye? El centro es concertado al 100%, es decir, todas las plazas son públicas. Cada uno paga en función de su poder económico. Se paga en en torno al 80% de la pensión contributiva. Cuando Conselleria concede una plaza dice lo que pagas. Hay quien paga 150 euros y quien paga 1150.


¿Cuál es la trayectoria del lugar y cuánta experiencia tienen? Abrimos en 2003. Desde septiembre de 2021 todos los usuarios son públicos. Hemos atendido tanto en centro de día como en residencia, un total de 900. Podría escribir un libro de anécdotas.


¿Cómo eligen a su personal? Depende de mucho factores. Solemos colaborar con el Valle de Elda y el IES de la Melva con alumnado en prácticas en situación de dependencia, de enfermería o con certificado de profesionalidad. Entonces, quienes deciden hacer prácticas en nuestro centro, si han funcionado bien, suelen recibir la posibilidad de seguir contratados.


¿Cómo es el sistema de comidas y en qué consiste? Tenemos unos menús que están adaptados por parte de una nutricionista. Hay platos habituales, como paella, pescado, carne... Hay otros platos para personas que necesitan comer triturado y se adapta a ellos.


¿Puede haber un periodo de prueba? Claro, si no le gusta o no se adapta, puede rectificar y marcharse a casa.


¿Cuál es el protocolo que siguen para casos de emergencia? En función de la situación u otra, el protocolo solicita llamar a un Samur o una hospitalización mayor. Depende del nivel de la emergencia. De qué sea y cómo sea.

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